Profundidades
per Beto Clotet
Hablaré de dos experiencias atmosféricas y las describiré como momentos en que me quede sin aire, por contradictorio que parezca. Fueron experiencias muy parecidas: una bajo la cúpula de una basílica en Roma y la otra delante de ‘ANT 105’ de Yves Klein.
El factor sorpresa fue determinante en ambas experiencias. La cúpula aparece inesperadamente tras una ruinosa fachada de ladrillo de las antiguas termas de Diocleciano y si vas -como yo- sin ideas preconcebidas, es fácil que te sorprenda y no sepas de dónde ha salido esa cúpula que hasta entonces parecía no existir. En el caso de la pintura de Klein, el cuadro -obviamente, al igual que la cúpula- estaba ahí desde el principio, pero como estudiante de arquitectura que estaba más atento al propio edificio que a las obras que colgaban de sus paredes, no lo vi hasta que -borracho de los colores planos de las obras de Motherwell
(¿o era Rothko?) - me giré y apareció ante mí tan intenso, tan puro, tan... azul, que hizo desvanecer todas las sutiles gamas de Rothko (¿o era Motherwell?) y se impuso limpiamente por encima del resto de obras... y del propio edificio.
Sin embargo, a pesar de lo que he dicho, el factor determinante de ambas experiencias no fue la sorpresa sino la profundidad. La cúpula a través del vacío que incuba, te hace sentir pequeño. Todo es grande a tu alrededor menos tú mismo, eso te desequilibra y sientes que te vas a caer de espaldas. La pintura -al igual que la cúpula pero de muy distinta manera- te confunde con su intenso azul y te convence de que tiene más de dos dimensiones, que puedes entrar en ella y pasear por su espesura. Sientes que conoces este color, que lo has visto ya, en el cielo o en el mar o no sé dónde… Es un color familiarmente inalcanzable, y quizá por eso profundo e inmenso.
Considero que ambas obras son reflexiones espaciales, reflexiones en piedra y en pigmento sobre el espacio, sobre el vacío y el lleno, sobre la atmósfera que se crea dentro y la que se deja fuera. Cada una, con su lenguaje propio, juega con el espacio: lo doméstica, lo llena de vacío, lo aísla de fuera y lo llena por dentro con un vacío que te hace sentir pleno y vacío a la vez. Son obras que reflexionan y te hacen reflexionar, que cuando acabas de verlas tienes ganas de contarlo. Sientes que te gustaría hacer algo como eso, o al menos poder compartir con alguien esa experiencia.
No es el vacío, es la comprensión.