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Timgad

(o las virtudes del urbanismo romano)

per Pedro Azara

Bajo una luz que las nubes potencian, las ruinas de la ciudad romana de Timgad apenas se distinguen del entorno, pese a ser uno de los mayores y mejor conservados yacimientos arqueológicos de la Roma imperial.


Sobre una árida y polvorienta estepa argelina, a unos mil trescientos metros de altura, los restos, de sillares pardos y ladrillos apagados, se confunden con la tierra, o se asemejan a un campo sembrado de rocas o a un bosque ralo y seco, entre el que destaca incongruentemente un arco de triunfo entero, demasiado perfecto, destinado a no se sabe qué ejército.  


Timgad -una colonia de veteranos fundada por el emperador Nerva a finales del siglo I dC sobre un asentamiento bereber, y que perduró hasta el saqueo de los vándalos en el siglo V- ilustra bien las virtudes del urbanismo romano: una cuadrícula perfecta alrededor de los ejes centrales del cardo y del decumano, orientados según los puntos cardinales, en la que se inscriben los principales equipamientos públicos urbanos: el foro y las instituciones municipales, el mercado, el teatro, el área sacra, los templos dedicados a deidades orientales.


Pero Timgad revela el pragmatismo romano. Antiguos caminos, que no encajan en la cuadrícula, son incorporados en la trama. La implantación de las termas también se desmarca de la red de arterias, como si constituyeran un mundo propio o aparte. El crecimiento de la colonia desbordó los límites de las murallas: las nuevos barrios y equipamientos se adaptaron a la orografía periférica, como si, lejos del foro, el estricto orden se relajara a fin de que, quizá, la ciudad, todo y manifestando o exaltando la superioridad de la ley (romana) -que se refleja desde las trazas urbanas hasta las filas prietas de ladrillos y los distintos aparejos de piedra y de terracota, y el enlosado público de piedra, dispuesto como un pulcro tapiz pulido que refleja la luz-, se insertara entre asentamientos autóctonos que respondían a criterios de implantación y de crecimiento posiblemente muy distintos. La ciudad romana actuaba como un modelo, pero tendía puentes con el entorno.

Bibliografia específica

 

- Pierre Gros: L'architecture romaine, vol.1.  Picard, París, 1996

- François Jacques: Antiquités Africaines. Les cités de l'orient romain, 29. CNRS, París, 1993

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